miércoles, 22 de febrero de 2012

Hay que iluminar la oscuridad.

Respira hondo, y no hables. Vamos a guardar un minuto de silencio por todos aquellos que se dejan hasta la vida en busca de la felicidad, de la libertad. Dos palabras... dos simples palabras que me provocan un escalofrío que recorre mi espalda de parte a parte, acabando en la punta de mis extremidades. Dos palabras tan insignificantes para algunos, tan llenas de esperanzas para otros... Pero, ¿que quieren decir cada una de estas palabras? Felicidad, una completa paz interior, estar en consonancia con el ambiente, relajado, sintiendo a tus seres queridos al lado, pensar que nunca jamás te abandonarán... Libertad, completo derecho a sentir lo que quieras, a expresar lo que sientes, y poder ir en busca de la felicidad sin oposiciones... Dos palabras tan distintas y a la vez tan iguales. Piénsalo, sin libertad no hay felicidad, así que no dejemos que los proyectos inacabados de nuestros antepasados se desvanezcan como polvo que se lleva el viento. Sigamos luchando por encontrar un camino directo a la felicidad, en la que ni las opiniones ajenas ni las leyes nos prohíban ser felices. Pero nunca dejemos de lado a nuestros semejantes. Intentemos que nuestro camino no corte el paso de otros hacia esta. Querer a quien os quiera. Para muchos, la dicha de la vida consiste en eso, en ser feliz. Y tú... ¿lo eres? Vale la pena pararse un momento a pensar si alguna vez has llegado a serlo. Intentemos todos hacer de este mundo un lugar mejor. Hay que iluminar la oscuridad.